Diario en Talaren (Asturias)
Si te interesa, pero no te gusta leer o simplemente no tienes tiempo puedes escuchar el diario comentado en el siguiente audio.
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Bienvenida y bienvenido hoy bueno hoy nos vamos a sumergir en un material que es verdaderamente especial vamos a explorar unos extractos de un diario personal nada menos que del siglo 19 escrito en talent allí en Navia Asturias el autor es Juan Álvarez Demon Álvarez Acevedo que nació precisamente allí en talent en 1828 nuestro objetivo hoy es bueno desentrañar esta crónica tan íntima no está escrita en primera persona y es como como una ventana directa a la vida de una familia a sus costumbres sus alegrías pero también claro a las dificultades de la España rural de esa época empezando por el reinado de Fernando VII es un testimonio muy directo la verdad lleno de detalles detalles muy vivos así que vamos a ello vamos a analizar este texto que nos cuenta del día a día de los lazos familiares que a veces eran complejos de los rituales sociales
y de esas presiones económicas que bueno que marcaron la vida de Juan y su familia pues sí precisamente yo creo que lo más valioso de esto es como un relato tan personal tan tan micro digamos nos puede iluminar aspectos mucho más generales de la historia social de entonces porque ya desde el principio la forma en que Juan describe su nacimiento y esa estructura familiar tan tan particular que tenía nos mete de lleno en un contexto muy revelador no de cómo funcionaban las cosas totalmente de acuerdo él nace el 26 de noviembre de 1828 lo anota con una precisión vamos casi de notario es hijo de Miguel que era labrador de 29 años entonces y de su segunda mujer María que tenía 22 pero e aquí está la clave de esa complejidad que decías el padre Miguel ya tenía tres hijos de su matrimonio anterior claro con Mariana Rodríguez del valle que había fallecido cinco años antes en 1823 justo después de nacer la hija
pequeña estos hermanastros son domingo que tenía 10 años cuando nació Juan Teresa de 8 y María Petra de cinco o sea que llega un hogar ya bastante lleno exacto un lugar muy poblado marcado por una pérdida importante pero también bueno con esa capacidad de seguir adelante de reconstruirse si te parece profundizamos un poco en esa familia y su entorno más cercano nacen talent como decíamos en la Casa Miguel él mismo describe la escena es otoño esa noche llovía muchísimo sus padres Miguel y María labradores y Juan subraya algo que trabajan sus propias tierras y lo hacen dice él con orgullo y tesón una frase que transmite mucho de su forma de ser trabajando de sol a sol sí sí del arraigo a la tierra eso es y en esos primeros años no solo vive con sus padres y hermanastros también están los abuelos maternos Benito y Ramona y la abuela paterna Francis
Micaela y fíjate menciona explícitamente que falta el abuelo paterno domingo que murió joven antes incluso de nacer su propio padre o sea que era consciente de su genealogía desde muy pequeño es que eso que comentas de la familia extensa es es fundamental en ese mundo rural del 19 esas redes de apoyo eran la vida misma y lo de la familia reconstituida como la de Juan pues no era nada raro eh con las tasas de mortalidad que habían sobre todo la femenina por los partos era algo bastante común claro y la Casa Miguel como la llama a él no es solo una casa es el centro de todo un símbolo de continuidad que él sepa y anote que la construyó su bisabuelo Miguel Álvarez de Mon García del río eso refuerza esa sensación de linaje de pertenencia a un lugar a una historia familiar es la base de su identidad vamos y añade un detalle que él mismo dice que
intrigante lo descubrió en un papel de compraventa mucho después de 1.865 parece ser que su madre María además de ser la madrastra de sus hermanastros era también tía carnal de ellos anda sí sí Juan escribe textualmente aún no hemos descubierto el porqué esto bueno añade una capa de complejidad a las relaciones familiares que es fascinante qué te sugiere pues mira es una pincelada excelente nos recuerda que en las comunidades pequeñas las relaciones podían ser muy endogámicas muy entrelazadas a veces de formas que hoy nos tocarían un poco no pero más allá de la curiosidad genealógica que ya vemos que Juan la tenía nos habla de un tejido social muy denso los lazos de parentesco y afinidad se superponían y que él lo anote así con esa intriga pendiente pues subraya su atención al detalle su interés por entender de dónde venía pasemos ahora si te parece a los rituales la fe la vida en comunidad
son elementos que están muy presentes en el diario verdad omnipresente sí al día siguiente de nacer el 27 de noviembre de 1828 Juan es bautizado describe muy bien el repique de campanas de la iglesia de San Antolín de Villanueva una iglesia con historia eh construida en 1613 sus padrinos son figuras clave su abuela paterna Francisca Micaela y un tal Juan Pérez que él supone y parece lógico que era un tío materno claro el bautismo en esa época iba mucho más allá de lo religioso era un acto social de primer orden era la manera oficial de que el niño entrase en la comunidad parroquial que al final era el centro de la vida social y la elección de los padrinos era importante se estableció un vínculo espiritual el compadrazgo que muchas veces implicaba responsabilidades de apoyo de protección hacia el ahijado durante toda su vida que su abuela paterna sea la madrina pues refuerza la importancia de esa figura en la familia claro y Juan nos cuenta una
anécdota que le da mucha humanidad al momento resulta que el cura Antonio Francisco Díaz de Carbajal se equivoca al escribir el segundo apellido de su madre pone Villamil en lugar de Pérez hombre sí y Juan ya de adulto especula que pudo ser porque había un concejal en Navia con ese apellido Villamil y el cura Celio es curioso como intenta buscarle una explicación no aclara por qué le pusieron Juan por un tatarabuelo y por su padrino y después de la Iglesia describe la celebración familiar como modesta pero entrañable se nota que él se sentía el centro querido ha cogido por todos y poco después el diario nos lleva a otras celebraciones que marcaban el año familiar el 5 de diciembre de 1828 su hermana Teresa cumple 9 años describe como su abuela Francisca prepara un pastel de manzana y casta
y el que tenía nueve días dice que lo observa todo desde la cuna o así lo recuerda claro bueno la memoria infantil que se construye eso es luego el 7 de enero de 1829 María Petra cumple 6 años recuerda que la víspera fue Reyes Magos y la celebración incluyó hojaldres de castaña arroz con leche y unas riquísimas fabes que él sin dientes aún dice que ya le apetecía estos detalles de comida son muy muy evocadores totalmente es que esas celebraciones aunque el use esa palabra clave modestas eran hitos marcaban el ritmo del año y sobre todo funcionaban como como rituales que unían a la familia que reforzaban los lazos y la comida como bien dices es central no es solo comer es el acto de preparar algo especial de compartirlo por sencillo que fuera son esos pequeños placeres los que van construyendo esa memoria feliz de
infancia sabes la textura de la vida cotidiana y Juan sabe capturarlo muy bien el diario claro como la vida misma nos lleva también por el ciclo vital con sus alegrías y sus duelos que son inevitables juan va notando con mucha precisión en el nacimiento de sus hermanos de padre y madre Ramona Tomás a María en diciembre del 31 Rafaela Paulina en julio del 35 Rita en abril del 37 y la última Francisca Ramona en agosto del 41 en cada caso anota los padrinos detalles del bautizo transmite la alegría del momento pero hay un contrapunto interesante es cada vez más consciente del esfuerzo que supone para sus padres sacar adelante una familia tan grande esa frase que repite me gustaría detener el tiempo en esos momentos felices es muy significativa sí esa frase encapsula una atención muy profunda creo yo
por un lado refleja la alta natalidad de la época era casi una estrategia demográfica necesaria no en un contexto de alta mortalidad infantil y donde los hijos eran bueno futura mano de obra pero por otro lado esa reflexión de Juan que parece que va madurando con cada anotación revela una conciencia temprana de la precariedad del esfuerzo constante de sus padres no es solo la alegría del nacimiento es también esa intuición creciente de que mantener esa felicidad cuesta un sacrificio enorme querer detener el tiempo es es querer preservar esa inocencia esa seguridad familiar frente a un futuro que él intuye que va a ser difícil y la dificultad claro se manifiesta también como pérdida el 30 de marzo de 1832 muere su abuela paterna Francisca Micaela que además era su madrina una figura central para él la descripción que hace Juan es muy emotiva la llama madre madrina guía relata el duelo con mucha sensibilidad
su padre arrodillado junto a la cama rezando las oraciones que ella misma le había enseñado qué imagen sí y reflexiona también sobre el testamento de su abuela y aquí hay un detalle que me parece muy revelador destaca el esfuerzo de la abuela por mantener unida a la familia incluyendo dice Juan a los hijos del primer matrimonio de su propio suegro eso habla de una visión de familia muy amplia muy generosa es que la pérdida de figuras como la abuela Francisca solía tener un impacto enorme tanto emocional como en la organización de la casa a menudo eran el pilar afectivo y logístico y el testamento en ese contexto es mucho más que un documento legal es un reflejo de los valores que esa persona quería dejar la unidad familiar por encima de todo la fe religiosa el deseo de un antirrobo
esfuerzo consciente por tejer lazos por evitar divisiones en familias que eran extensas y complejas nos da una ventana la mentalidad de la época a través de una decisión muy personal y en esa misma línea de mantener viva la memoria familiar Juan anota conscientemente el quinto aniversario de la muerte de Mariana Rodríguez del Valle la primera esposa de su padre el 14 de diciembre de 1828 escribe no debemos olvidarla nunca pues es la madre de mis hermanos es un gesto de respeto notable una forma de integrar es ausencia que era fundacional en la historia familiar presente muestra una madurez y una empatía considerables para su edad no sí totalmente todo esto nos lleva casi sin darnos cuenta a la realidad económica que es el telón de fondo constante de este diario Juan no idealiza la vida en el campo para
nada describe la vida de sus padres como una lucha con la tierra sin parar son propietarios si de su casa de sus tierras eso les da cierto estatus cierto orgullo pero la vida es una batalla diaria claro la dependencia del clima es total y la preocupación se nota cuando escriben las cosechas cada año van siendo peores menciona cargas concretas como el impuesto foral que pagan al duque del parque dos medidas y media de trigo y para poder salir adelante necesitan trabajar más tierras arrendadas o comunales en la sierra de las aceñas y un detalle crucial que Juan no olvida sus padres son analfabetos es que ese es un retrato muy fiel de las condiciones del campesinado propietario en la Asturias del 19 ser propietario no garantizaba la prosperidad ni mucho menos la precariedad era estructural dependencia de cosechas que iban y venían la presión de los impuestos
señoriales de la Iglesia del Estado la necesidad de buscar otros trabajos lo de las cosechas empeorando bueno podía ser el clima el agotamiento de la tierra o simplemente una percepción de que cada vez costaba más y el analfabetismo eso era una barrera inmensa limitaba el acceso a información a nuevas técnicas a otras oportunidades fuera del trabajo manual la lucha sin parar que describe Juan era era literal y claro antes esta realidad empezamos a ver las consecuencias lógicas la gente empieza a buscarse la vida fuera de talent los hermanos mayores son los primeros domingo el mayor se va primero a hacer la mili que era un camino habitual para muchos chicos del campo y de ahí salta a Madrid a buscar trabajo Juan nos cuenta que allí se casa con Isabel Tejero preciado y que en 1841 ya tienen una hija Dominga y aquí Juan hace una observación curiosa sobre el tiempo y las generaciones su hermana recién nacida Francisca
una y su sobrina Dominga son tía y sobrina pero se llevan solo 3 meses fíjate qué cosas después su hermana Teresa también sigue el mismo camino se casa con Antonio Catalá y se va a Madrid y menciona que María Petra la otra hermana Astra también tiene planes de irse a la capital lo que Juan está documentando desde dentro sin saberlo quizá es el inicio de un fenómeno clave en la historia de España el éxodo rural la falta de futuro en el campo agravada por la presión de la población sobre los recursos limitados las crisis agrarias todo eso empujaba los más jóvenes hacia las ciudades que empezaban a crecer como Madrid la capital funcionaba como un imán no prometía trabajo oportunidades aunque luego la realidad allí también fuera muy dura a menudo es el reflejo a escala familiar de una transformación social enorme y esto nos lleva a un momento que yo creo que es culminante en el diario una reflexión muy personal de Juan cuando cumple 13 años el 26 de noviembre de 18
31 la escena es muy concreta está con su padre Miguel la abandonamos en la fuente de la Queila y su padre aprovecha ese momento de intimidad para hablarle de los antepasados menciona a su tatarabuela María García del río Fernández medal en ese contexto Juan siente con fuerza una responsabilidad nueva la de ayudar económicamente a la familia claro se siente mayor ve el ejemplo de su hermano domingo en Madrid y la idea de seguir sus pasos bueno empieza a tomar forma en su cabeza pero lo más interesante es cómo percibe la actitud de su padre exacto esa conversación es crucial Juan interpreta que su padre aunque le dolería mucho la separación algo que Juan da por hecho apoya de forma tácito su posible marcha el padre no le dice vete pero al hablarle del linaje de la historia familiar al mostrar confianza en él le está transmitiendo quizá que entiende que su futuro puede estar en otro sitio Juan escribe está seguro de mí y eso me enorgullece aquí vemos una mezcla muy compleja
sentimientos el peso de la responsabilidad familiar el orgullo por esa confianza del Padre y seguramente aunque no lo diga el vértigo de dejar atrás todo lo conocido es el umbral de la vida adulta marcado por la necesidad económica la verdad es que estas anotaciones de Juan Álvarez de Mon tan sinceras tan detalladas nos dejan una imagen bueno extraordinariamente viva y humana de lo que era la vida en talent hace casi dos siglos hemos visto la importancia central de la familia con sus alegrías sus complejidades sus duelos el papel de la comunidad y la fe como como anclas vitales pero también hemos sentido esa presión constante de las dificultades económicas la dureza del trabajo en el campo y esa necesidad que surge casi inevitable de buscar un futuro mejor lejos de casa es un retrato muy íntimo que mezcla momentos de felicidad profunda con la dureza de la vida y la certeza de la pérdida de la separación sin duda es que lo valioso de una fuente así
un diario personal está precisamente en eso en esa perspectiva subjetiva que está anclada en una realidad muy tangible nos permite entender a través de la experiencia concreta y sentida de Juan cómo se vivían cómo se afrontaban las grandes corrientes y las constantes de la época los ciclos de la vida y la muerte la estructura social rural las tensiones económicas que impulsaban la migración va mucho más allá de las fechas de los reinados que él apunta casi de pasada Fernando séptimo la regencia de María Cristina es partero nos ofrece la textura humana la textura emocional de la historia nos permite de alguna manera sentir el pasado nos quedamos entonces con esa imagen tan potente que el mismo nos deja la de ese adolescente Juan con 13 años recién cumplidos cargado con la conciencia de la historia y del esfuerzo de su familia sintiendo ya esa llamada de un futuro incierto probablemente en Madrid lejos de su Asturias pero impulsado por
doble motor de responsabilidad y de orgullo y nos deja reflexionando sobre la increíble fuerza de esos lazos familiares que él describe con tanto cariño no cómo conseguirían mantenerse fuertes a pesar de la distancia del tiempo que esa migración impondría cuál sería el siguiente capítulo en la historia de Juan y sus hermanos ya dispersos entre el pueblo y la ciudad y sobre todo nos hace pensar cuántos otros relatos personales como este llenos de humanidad de detalles que nos revelan cómo se vivía y se sentía el pasado estarán aún esperando en archivos olvidados o en el fondo de algún baúl listos para enriquecer nuestra comprensión de donde venimos y al final de quiénes somos
Talaren, 26 de noviembre de 1828
La fragancia de los brezales y las turberas, junto al de la madera de castaño flotaba entre los arbustos. Sobre las ramas mojadas por el rocío un ave atravesó un banco de niebla y ganó altura para besar el amanecer sobre las tierras de Talaren. Reina Fernando VII por fin como Rey.
Ese día vine al mundo yo, Juan Álvarez de Mon Álvarez Acebedo.
En la madrugada del veintiséis de noviembre de 1828, en Asturias, en el pueblo de Navia, distrito de Luarca y en el número seis del lugar de Talarén parroquia de San Antolín de Villanueva, mi madre María de 22 años de edad del lugar de Lebredo del concejo de Trancedo Franco, hija de Benito y de Ramona ambos de Lebredo, por fin y tras dos largas horas terminó su trabajo de parto. Estábamos en otoño y esa noche llovió mucho…
Mi padre Miguel, de veintinueve años de edad, hizo el último recorrido de esa noche, bajando y subiendo por los once peldaños de madera de castaño que separaban la habitación donde estábamos mi madre y yo, de la planta baja de la casa.
Soy su segundo hijo varón. ¡Estaban tan felices los dos! En una hora mi padre se irá a trabajar al campo, pues mis padres son labradores. Es su casa, son sus tierras y viven de ellas, las trabajan con orgullo y tesón desde el alba y hasta el ocaso.
Os diré que tengo tres hermanos, ahora duermen; Domingo de diez años, Teresa de ocho y María Petra de solo cinco años. Mi padre estuvo casado antes con María Ana Rodríguez del Valle natural de Anleo, y mis tres hermanos nacieron durante ese matrimonio. La madre de ellos falleció el catorce de diciembre de mil ochocientos veintitrés, a consecuencia de problemas derivados del parto tras dar a luz a María Petra que nació el siete de enero de ese año de mil ochocientos veintitrés.
En casa también estaban mis abuelos maternos Benito y Ramona y mi abuela paterna Francisca Micaela. Según vaya despertando el día me presentaran a todos, más tarde, ahora me tienen que asear a mí, y atender a mi mamá.
Mi carita hoy, estará en la mente de mi padre y le haré más llevadera su dura jornada de trabajo. Ahora tengo que hacer lo que hacemos los recién nacidos, dormir, dormir y dormir, para crecer y seguir contándoos mis andanzas.
-Juan

Talarén, 27 de noviembre 1828
¡Demasiado hermoso para mí! He conocido a mis hermanos, a mi abuela paterna Francisca Micaela (mi madrina), a mi abuelo Domingo no, pues el, falleció con veintinueve años cuando mi padre estaba en el seno de mi madre, él tampoco lo conoció, fue hijo póstumo; también he conocido a mis abuelos maternos Benito y Ramona.
Hoy es veintisiete de noviembre de mil ochocientos veintiocho y está repicando la campana de la Iglesia-Templo de San Antolín de Villanueva, se construyó en mil seiscientos trece.
Me bautizan. ¡Estoy guapísimo!, me han vestido con mantilla larga, suave y calentita pues hace mucho frio y me llevan mis padrinos que son mi abuela paterna María Francisca Micaela Luisa García de la Coba y Juan Pérez que creo que es tío de mi madre, pues el segundo apellido de mi madre es Pérez, aunque el cura, y sírvase de anécdota, le registro el apellido como Villamil, que era entonces un concejal de Navia.
D. Antonio Francisco Díaz de Carbajal cura propio de la parroquia me puso los Santos Oleos y me pusieron por nombre de pila Juan cómo mi tras- tatarabuelo (Juan Álvarez de Mon, que era de Armental), y cómo mi padrino Juan Pérez.
En mi genealogía Juan e Ysavel Díaz ocupan el primer registro de los Álvarez de Mon en esta parroquia y están registrados en el Archivo Diocesano de Oviedo. Se ha celebrado una larga misa. Como es otoño y el tiempo es cada vez más frio y yo necesito estar con mi mamá, hemos regresado a casa donde nos estaba esperando ella y una modesta pero entrañable celebración por mí nacimiento. Mis hermanos no pueden dejar de mirarme, soy tan pequeño. Es fantástico soy el centro de atención de todos, y además les hago muy felices. Me gustaría detener el tiempo en una imagen de este día, pero… ya llegará…
-Juan

Talaren, 5 de diciembre de 1828
La habitación revestida con paneles de madera de castaño y con telas, permanecía envuelta en sombras, tan solo estaba iluminada por la luz que procedía de un candelabro con vela de sebo situado sobre una mesita en la que se reflejaba la blancura de las sabanas de una cuna y los cuadros y pálidos colores de las ropas que vestían las tres personitas presentes en la estancia ¡Mis hermanos! Domingo, Teresa y María Petra.
El que estaba en la cuna era yo, claro está, y ese día viviría la onomástica del noveno aniversario del nacimiento de mi hermana Teresa, nació el cinco de diciembre de mil ochocientos veinte.
Yo estaba dormido pues solo tenía nueve días de vida mientras que mi hermana Teresa cumple nueve años. Me observaban y respiraban mi fragancia de bebe, hasta que desde la puerta mi mamá María, les mandó bajar a la cocina en silencio para no despertarme y para que se tomaran el pastel de manzana y castaña que mi abuela Francisca, con la que vivíamos, había preparado para celebrarlo.
No me gustó quedarme solo, así que berreé un poco hasta que me llevaron junto a toda mi familia que disfrutaba y sonreía con el acontecimiento familiar, para mí era el primero de mi vida.
-Juan
Talaren, 7 de enero de 1829
Ya tengo 33 días de vida, es invierno, esta sería una de las semanas más felices de mi vida, otro cumpleaños y en esta ocasión era el de mi hermana María Petra que cumplía seis años pues nació el 7 de enero de 1822. Todos en “casa Miguel”, (la casa que levantó, no mi padre Miguel Álvarez de Mon García de la Coba sino su abuelo Miguel Álvarez de Mon García del Rio hijo este último de Cayetano y María García del Río Medal nacidos en Armental, cuando contrajo 1*matrimonio con Bernarda Fernández del Valle el dieciseis de septiembre de 1765 en la iglesia de Talarén), están complacidos conmigo, y al parecer todo cuanto hago, un gesto, un sonido, una queja, está bien. Pienso que esto se terminará algún día, pero ahora quiero disfrutarlo mientras pueda.Pasaba cada minuto que podía con mi familia. Mis hermanos y en especial Teresa y María Petra mis hermanas deseaban saber todo sobre mis sueños, mi mundo y nunca se cansaban de preguntar a mi madre sobre mí.

Ayer habíamos celebrado el día de los Santos Reyes Magos de Oriente, en este siglo ya se festejaba, por la mañana habíamos ido a la iglesia, y por la tarde al irse la luz del sol, en nuestra casa disfrutamos de lo que teníamos, y hoy teníamos algunas cosas ricas que habían quedado de los preparativos de ayer, hojaldres de castaña, arroz con leche, y esas riquísimas fabes, que cuando me salga la dentición, me nombraré catador oficial de la familia Álvarez de Mon, para disfrutarlas, pero ahora solo lácteos y a temperatura ambiente. También hicieron mis hermanos algunos juegos para divertirse, y se le deseó a María Petra de seis añitos, que cumpliera muchos más.
Me sentía muy querido y mi mamá ya estaba muy recuperada, cuando haga mejor tiempo saldremos a dar un paseo para recibir el sol en mi cabecita y así se me cierre la fontanela poco a poco con ese aporte extra de vitamina D. Tal vez vayamos a Navia pues en la plaza de armas está el edificio del Ayuntamiento que se va a inaugurar en breve, estamos en 1828.
1*Archivo Histórico Diocesano de Oviedo. Caja 39.10.2 folio 259 vuelto.
-Juan
Talarén 14 de diciembre de 1828
El catorce de diciembre del año de 1823 falleció la madre de mis hermanos Domingo, Teresa y María Petra, se llamaba María Ana Rodríguez del Valle y era natural de San Miguel de Anleo. Fue la primera esposa de mi padre Miguel Álvarez de Mon García de la Coba. Es el quinto aniversario de su muerte.
Al parecer *el infrascrito cura de la Iglesia de San Antolín Antonio Francisco Díaz, le otorgó los Santos Sacramentos y dio sepultura al cadáver de María Ana tras una larga enfermedad.
Desde su fallecimiento han pasado cinco años, creo que este año será el último que hagamos misa por el recuerdo de su alma. Mi padre se ha vuelto a casar con María Álvarez Acevedo Pérez, mi mamá y he nacido yo. No debemos olvidarla nunca pues es la madre de mis hermanos. Además mi madre es * tía de ellos, pero aún no hemos descubierto el porqué, pues mi padre solo tuvo una hermana, María, pero existen documentos que lo corroboran como la escritura de compra-venta de diez de mayo de 1865, protocolo 38 de José García Loredo, en la que Domingo el hermano de Juan Álvarez de Mon, les compra a sus padres los inmuebles de Talarén reservándoles el usufructo vitalicio a ambos. Domingo muere en 1883 y sus padres Miguel y María en 1888.
*Libro de difuntos. Archivo Histórico Diocesano de Oviedo
-Juan
Talarén, 21 de diciembre de 1831
Aquella era una fría pero despejada mañana del mes de diciembre, faltaba poco para las fiestas de Navidad, y teníamos adornada la chimenea de casa con hojas de los árboles a las que mis hermanos habían dado color con su maestra en la escuela, y después de dejarlas secar las habían colgado. Para mí era hipnotizante, esos colorines que se movían tanto al abrir la puerta cuando entraba mi padre Miguel al volver a la noche de trabajar en el campo, parecía que me llamaban para que los acariciara, me llevaban como un imán hacia las hojas, pero nunca lo conseguí, siempre me pillaban antes.
Ya tengo tres años, y mucha energía, mis hermanos mayores lo son también tres años más. Trece años tiene Domingo, doce años Teresa y ocho años María Petra, los dos mayores están en plena pubertad. Con nosotros sigue mi madrina y abuela paterna Francisca Micaela, está enferma y en cama siempre, ya está muy débil y casi no se levanta.
Mis abuelos maternos Benito y Ramona, vienen mucho, sobre todo últimamente para ayudar a mi mamá, hoy han estado toda la noche aquí junto a algunos familiares más, ¿sabéis por qué? Pues porque desde hoy ya no soy el último de la familia, ahora lo es mi hermanita Ramona Tomasa María. Ha nacido la primera hembra del segundo matrimonio de mis padres Miguel y María. Todo ha salido bien, mi mama se encuentra bien y también mi hermanita Ramona.
Le han puesto los Santos Oleos solemnemente hoy mismo, D. Antonio Carballido Presbítero Excusador de la parroquia de San Antolino y Don Antonio Díaz de Carbajal cura propio de la misma. Los padrinos han sido mis abuelos maternos Benito y Ramona. Se ha hecho una corta misa, y mi hermana Teresa se ha estado ocupando de mí en todo momento.
Este es otro de esos momentos familiares y lleno de amor que me hubiera gustado conservar en el tiempo, la felicidad flota como partículas doradas de polvo mágico en el aire de mi casa, y no hay un pintor a mano… si ya existiera la fot…..
-Juan
Talarén, 22 de julio de 1835
Me levanté del suelo, tenía las rodillas marcadas por las piedras, hacía calor y mi hermana Ramona de cuatro años y yo jugábamos junto al hórreo de mi casa, era verano, y esa misma madrugada había nacido la segunda hija del matrimonio de mis padres Miguel y María.
Había mucho ajetreo de familiares y vecinos que venían a ayudar, esta tarde será bautizada. A mí nueva hermana, se la pondrá Rafaela Paulina Álvarez de Mon y Álvarez Acevedo.
Yo ya tenía siete años o mejor dicho los cumpliría en cuatro meses, y empezaría a ir a la escuela, habían pasado ya dos años del fallecimiento de mi abuelita Francisca Micaela, mi madrina. Aprendí que a los que queríamos mucho se los llevaba Dios, y para que recicláramos ese amor, nos traía a otro bebe para volcarlo en él, o eso me contó algún mayor. Los sistemas de Dios eran dolorosos, nunca estaría de acuerdo con él, por el contrario, yo siempre guardaría mi amor en mi corazón para mi abuela, y para mi nueva hermanita Rafaela, crearía un nuevo lugar en mi corazón.
Mis hermanos Domingo y Teresa serían los padrinos de mi reciente hermana, ya eran muy mayores Domingo tenía diecisiete años, trabajaba junto a mi padre en el campo y estudiaba, pronto se marcharía a hacer el servicio militar, y después se iría a Madrid a trabajar, y mi hermana Teresa con quince años, era preciosa, y era uno de los brazos fuertes en casa para ayudar a mi mamá, también iba a la escuela, ella con el tiempo se iría también a vivir a Madrid; mi hermana María Petra, tenía 13 años, adolescente, también muy bonita, que ayudaba a mi madre en todo lo que se le pedía después de la escuela, ella también se iría a vivir a Madrid y Ramona que solo tenía cuatro años, solo se dedicaba a crecer y aprender, sobre todo de mí, que me seguía como un pollito a su mamá a todas partes.
Llegó la hora de la celebración eclesiástica y Don José Antonio López Presbítero cura vacante, puso los Santos Oleos a Rafaela. Después del bautizo, volvimos a casa, y como hacia tan buen tiempo, hicimos una merienda cena en el exterior para celebrarlo. Todo ha salido bien. Mi mamá tiene salud y mi hermana Rafaela también.
Ya somos seis hermanos y mis padres, hay mucho trabajo que hacer para que todos estemos bien día a día, mis padres se esfuerzan mucho trabajando en el campo, pero dependemos del tiempo que haga, la lluvia especialmente, y no siempre es como se espera.
Esa noche de verano, dormiríamos los seis en nuestra casa, llena de amor, echando de menos a los que no estaban ya, pero felices de estar todos juntos… otro de los momentos que me hubiera gustado dejar reflejado en … para recordar …
-Juan

Talarén, 30 de marzo de 1832
Hoy mi corazón está cargado de dolor pues mi abuela, Francisca Micaela, ha dejado este mundo. La encontré dormida en su cama, como si su alma hubiera decidido partir para siempre. Mi padre, Miguel, se arrodilló junto a ella, como en un acto de respeto y amor. Con su mano tocó el pequeño crucifijo que siempre llevaba, y en sus labios se posaron las mismas oraciones que su madre le había enseñado. Esas palabras que ella, en su infinita sabiduría le dejó, para siempre, como una memoria que nada ni nadie puede borrar.
A pesar de que mi abuela había estado enferma mucho tiempo, el golpe de perderla me parece más profundo de lo que había imaginado. Ella fue todo en nuestra familia: madre, madrina, guía. Y ahora, de repente, se ha ido. Mi padre, de pequeño, solo tuvo a su madre, pues su padre, mi abuelo, había muerto antes de que él naciera, y eso marcó su vida de una manera que no puedo explicar. Su madre fue su refugio y el de todos nosotros.
Al mirar el testamento de mi abuela, lleno de nombres y fechas de tiempos pasados, uno no puede evitar pensar que en cada palabra escrita por ella hay historia, hay vidas entrelazadas por el destino. Es curioso, cómo mi abuela, a pesar de tantas adversidades, logró mantener la unidad en nuestra familia. Incluso los hijos de su suegro, de su matrimonio anterior, recibieron de ella cariño y herencia, como si todo fuera uno solo. ¡Qué sabiduría la de esta mujer! En un mundo tan dividido por las distinciones de la sangre, ella enseñó lo contrario.
En su testamento, también dejó claro su deseo de que su alma fuera encomendada a Dios y que su cuerpo descansara en la iglesia de San Antolín de Villanueva. Quiso que su funeral fuera como una misa cantada, tal como siempre soñó. Porque para ella, la muerte no era un final, sino una transformación en la que el alma seguía su camino hacia la eternidad.
No quiero seguir abrumando este relato con más fechas y nombres, querido diario, aunque no puedo evitar mencionarlos. Lo que realmente quiero recordar es a mi abuela, la mujer que, con su amor y su fe, supo unirnos a todos, como un lazo invisible que ahora, al irse, deja en mí una gran tristeza. Pero también gratitud. Ella me enseñó a vivir, y ahora me enseña a aprender a dejar ir.
Así, en este día, mientras escribo, siento que la memoria de mi abuela seguirá en mí, y en todos los que la conocieron, como una luz que nunca se apaga. Que descanse en paz, como ella merecía.
-Juan
Talaren, 20 de abril de 1837
Aire fresco en el que flotan partículas del porvenir, la primavera se asoma con su brisilla gentil.
Hoy es veinte de abril del año de mil ochocientos treinta y siete. Reina Mª Cristina de Borbón Dos Sicilias desde el diecinueve de septiembre de mil ochocientos treinta y tres, como Reina consorte y tras la muerte de Fernando VII; como su hija y heredera Isabel II, es menor, su madre la Reina consorte asume la regencia.
Es un espléndido día de primavera y en estos días se celebrará la Pascua de la Semana Santa.
En mi casa aún están todos mis hermanos, Domingo ya tiene diecinueve años; Teresa diecisiete; María Petra quince; yo Juan tengo nueve años; Ramona seis años y Rafaela solo dos. Mi madre María tiene treinta y un años y mi padre Miguel treinta y nueve años. Mi familia es muy grande, y muy joven, pero nunca somos suficientes.
Hoy ha venido al mundo otra hija para mis padres, y todo ha salido bien. Es muy bonita, pequeñísima y está muy sana como todos nosotros. Esta tarde José Antonio López, Cura vacante, según su acta de Bautismo, le ha puesto los Santos Oleos. Los padrinos han sido mi hermana Teresa y José también hermano mío parece ser (no sé si es una equivocación al transcribir la escritura el Cura, o es que tengo otro hermano llamado José, que no sería de este matrimonio de Miguel y María mis padres; puede que mi madre estuviera casada con anterioridad con algún hermano de María Ana Rodríguez del Valle y quedara viuda con este hijo José y se casara de nuevo con Miguel mi padre. Esto explicaría el por qué María mi madre dice que es tía de Domingo mi hermano de padre), pero solo son conjeturas.
Se le ha puesto por nombre Rita… y no será la última… es un día feliz, aunque sí que es cierto que a mis padres, cada vez les resulta más trabajoso mantenernos a todos, el tiempo no acompaña, las cosechas no tienen esplendor, y nosotros crecemos muy rápido.
Yo sigo guardando en mi mente la imagen de cada nacimiento de mis hermanos, la imagen de la felicidad y la emoción familiar, la imagen de la nueva vida en las manos de mis padres, que con responsabilidad aceptan y desarrollan con inmenso cariño, siendo padres, aún sin saber leer ni escribir, pues así es. Algún día lo plasmaré de alguna forma que invente…
-Juan
Talaren, 16 de agosto de 1841 (Nacimiento de mi hermana Francisca Ramona)
El bebé sollozó al sentir el agua sobre su cabecita, Francisca Ramona acababa de recibir los Santos Oleos del Cura Gregorio Fernández Arjones, se la oyó por toda la bóveda del templo, parece que quisiera decir que ella cerraba la lista de hermanos para la familia, a mi madre en este alumbramiento le costó un poco más, ya son treinta y cinco años y muchos hijos y mucho trabajo y queremos que esté con nosotros muchos años. Mi padre Miguel, también ha sentido la preocupación por su esfuerzo. Se me hizo un nudo en la garganta al escuchar su precioso balbuceo, esta vez sí que sería la última, trabajando en el campo junto a mi padre y después de tantos partos, mi madre estaba cansada, debía cuidarse.
Los padrinos han sido mi hermana Ramona de diez años y Francisco Fernández Acevedo. Los testigos Francisco Castrillón y Antonia Rodríguez.
Miré por encima del hombro a mis hermanos tan guapos, y vi cómo a mi hermana María Petra de diecinueve años le caía una lágrima y tenía la nariz roja y es que cuánto más mayores nos hacemos con mayor intensidad sentimos los acontecimientos familiares.
Hoy es dieciséis de agosto de mil ochocientos cuarenta y uno, y desde el diecisiete de octubre de 1840, tiene la Jefatura de Estado el General Baldomero Espartero.
También os contaré que mi querido hermano Domingo, se fue de Talarén con gran pesar de todos, a hacer el servicio militar y después se casó en Madrid con Isabel Tejero Preciado (hija de Isidoro y María). El doce de mayo de mil ochocientos cuarenta y uno, o sea hace tres meses, ha tenido a su primera hija y la han puesto por nombre Dominga. Ella y Francisca Ramona serán tía y sobrina con tres meses de diferencia. Para mí es la primera de mis sobrinas. En este año, residen en la calle Valverde número veintiocho, piso 4º de Madrid.
Mi hermana Teresa que ya cuenta con veintiún años de edad se casó con Antonio Catalá y también se fue a vivir a Madrid, reside en la calle Huertas, número diez.
Aunque mi edad no es mucha pues he cumplido trece años, me doy cuenta de que mis padres no pueden con tanto trabajo. Mi hermano mayor Domingo se fue a Madrid a trabajar para poder ayudarles y tener un futuro firme, y está trabajando mucho, y ayuda a mis padres especialmente, a pesar de haber formado su propia familia. Yo siento la necesidad de hacer lo mismo, tengo que ayudarles en cuanto que la edad me lo permita, lo peor será separarme de todos ellos y de mi tierra.
-Juan
Talaren, 26 de noviembre de 1841 (Mi padre y yo)
Estoy con mi padre Miguel en la fuente de la Queixola, estamos lavando unos nabos y otras verduras para la alimentación del ganado que hemos recogido del campo, el reflejo que el agua me devuelve de los rostros de mi padre y el mío, me desata la imaginación…
Bueno hoy he estado ayudando a mi padre, él me ha estado hablando de nuestros antepasados, y de su bisabuela a la que no conoció pues hace cincuenta años que falleció, fue el veintiséis de noviembre de mil setecientos noventa y uno, pero de la que su madre guardaba un grato recuerdo. Sería mi tatarabuela paterna. Y este día decidió transmitirme su memoria.
Me contó que se llamaba María García del Rio Fernández-Medal natural de Talarén hija de Miguel García del Rio y Juana Fernández-Medal. Se casó con Cayetano Álvarez de Mon Diaz hijo de Juan Álvarez de Mon (por el que llevo el nombre de pila) e Ysavel Diaz, ambos de Armental, el día treinta de junio de mil setecientos treinta y ocho.
En mil setecientos sesenta y cinco, el dieciséis de septiembre cuando se casa Miguel, mi bisabuelo, su padre Cayetano ya estaba difunto. Parece ser la viuda de Cayetano mi tatarabuela María testó, dejando a mi bisabuelo Miguel, mejorado en el tercio y remanente de un quinto de sus bienes.
Ellos tuvieron tres hijos y dos hijas: Miguel mi bisabuelo al que no conocí, Juan; Antonio; María y otra hija que falleció en el Concejo de Pravia.
Me gusta mucho estar con mi padre, es un gran hombre, ¡hasta lo dejarán por escrito sus vecinos, en el futuro, en documentos públicos!. Es muy trabajador, lucha con la tierra sin parar, nuestras tierras, recientemente aramos y cultivamos en la Sierra de las Aceñas, no es terreno nuestro, pero son ingresos que nos hacen falta, todo es poco para lo que gastamos mis hermanos y yo. Ya me gustaría a mi hacer algo más para poder ayudarle. El impuesto foral que nos cobra por las tierras el Excelentísimo Señor Duque del Parque de dos medidas y media de trigo es cada vez más difícil conseguir. Las cosechas cada año van siendo peores, habrá que encontrar salidas laborales en otros lugares. Mi medio hermano mayor Domingo, que se estableció ya en Madrid, parece que no le van mal la cosas, pienso que sería conveniente que siguiera sus pasos aunque aún soy muy joven. Sin embargo, ante el dolor que le puede causar a mi padre sea grande si me ausento, es más el dolor que tiene de no poder ofrecerme todo lo que le gustaría, por todo veo me apoya en ello, está seguro de mí y eso me enorgullece y hace que vaya pensando en partir hacia Madrid…
-Juan